Sobrecarga laboral: conciliación, trabajo, cuidados y familia en México
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Sobrecarga laboral: conciliación, trabajo, cuidados y familia en México
Conciliar la carga entre el trabajo y la familia es un desafío significativo, especialmente para las mujeres. Es una compleja realidad que requiere soluciones para promover entornos laborales más equitativos y de protección a los derechos laborales.
Paola Aldrete, Paula Barbosa, Daniela Jiménez e Itzelín Mata
Académicas del ITESO
A pesar de los avances logrados en la conquista de derechos fundamentales para las mujeres, persisten desafíos significativos en la búsqueda de equidad y conciliación entre la vida profesional y personal. En el siguiente texto, además de revisar la experiencia femenina, se analiza el impacto en el ámbito familiar en su conjunto, se exploran las normativas laborales en México, así como iniciativas para promover entornos laborales favorables y proteger derechos como los de la infancia.
Ahora, presentamos un recuento de la compleja realidad para las mujeres en México, quienes enfrentan una sobrecarga laboral que abarca múltiples responsabilidades en el trabajo, el hogar y la familia.
A diario, las mujeres tienen que atender, gestionar y malabarear entre las distintas áreas de la vida: el trabajo (incluidos los traslados), las labores del hogar (compras, preparación de alimentos, pagos, limpieza, así como las diferentes necesidades de cada miembro de la familia, entre otras), los hijos (escuela, refrigerios, tareas, sesiones informativas, actividades sociales, etc.), el cuidado de adultos mayores, mascotas, entre otras responsabilidades. Todo esto representa una agenda abrumadora que conlleva una considerable sobrecarga mental. Atender y cuidar tanto la vida familiar como la laboral ocasiona que las mujeres enfrenten una doble o, incluso, triple jornada de trabajo, lo cual reduce considerablemente los espacios para su propio cuidado y recreación.
Lo cierto es que en el siglo XIX una mujer no tenía derecho a un trabajo seguro y libre de violencia, tampoco podía ejercer su autonomía económica, obtener la categoría de ciudadana, heredar o administrar bienes, ni ejercer la patria potestad sobre sus hijos. Estos derechos fueron ganados a lo largo del siglo XX gracias a las luchas de las sufragistas, los movimientos feministas, los sindicatos laborales, y las disputas de las mujeres que defendían sus territorios.
A pesar de los avances logrados, aún persisten desafíos significativos en materia de equidad y conciliación entre la vida profesional no solo para las mujeres, sino también en el ámbito familiar. En este sentido, la Organización Internacional del Trabajo (2011) ha definido la conciliación como “el equilibrio de las tensiones que se generan entre las responsabilidades profesionales y familiares, a través de una estrategia en los programas sociales, para mejorar el bienestar de las familias, la seguridad social y económica, en particular de las madres trabajadoras”.
En México, para atender los problemas anteriores, contamos con la Norma oficial mexicana NOM-25, que se centra en la igualdad laboral y la no discriminación, mientras que la NOM-35 se enfoca en identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial para promover entornos favorables en los centros de trabajo. Contar con estas normativas sin duda es un avance; sin embargo, aún nos falta garantizar su aplicación afectiva en las organizaciones y en los centros de trabajo para asegurar los derechos de las personas.
Además de las normas anteriores, existe el Distintivo de Empresa Familiarmente Responsable (DEFR), que reconoce a los centros de trabajo que demuestren ser promotores de buenas prácticas laborales en materia de conciliación trabajo-familia. Esta ley permite contar con esquemas de apoyo extrasalarial, tales como: guardería, seguros (médicos y de vida), comedor, transporte y disponer de criterios y mecanismos de ayuda para apoyar eventos familiares de relevancia.
Así como existen instancias internacionales que protegen los derechos de las infancias, en México contamos con proyectos estatales como el Programa Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (PRONAPPINA) e instancias como la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM). Sin embargo, muchas de las necesidades de las infancias son tratadas desde los estudios feministas, especialmente aquellos que profundizan en las tareas de cuidado y los derechos laborales.
De acuerdo con datos del INEGI publicados por INMujeres, en 2023 existían en el país, aproximadamente, 446 mil 767 infantes de 0 a 6 años (equivalentes al 3% de la población en este rango de edad) que no eran acompañados por nadie cuando sus padres estaban trabajando.
Ante esta compleja realidad, han surgido propuestas concretas como el Mapa de Cuidados de México, que proporciona información geolocalizada de más de 90 mil centros de cuidado en el país, tanto públicos como privados. El objetivo de este mapa es que las familias que lo necesiten dispongan de una fuente confiable de información sobre la ubicación de estos centros, y los requisitos para acceder a sus servicios.
Sin embargo, esta propuesta también presenta una distribución desigual de los centros, ya que la oferta se concentra especialmente en las grandes ciudades, lo que deja a otras poblaciones desprotegidas, a la vez que exhibe la gran vulnerabilidad de grupos específicos, como los niños y niñas cuyas familias trabajan en la industria maquiladora, tal como lo demuestra el estudio La niñez y la industria maquiladora en México, realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en 2018.
También habría que considerar la situación de los padres que llegan a una institución con sus hijos y que se les niega la entrada porque no hay una instancia que garantice los derechos de paternidad. Esto solo les obliga a perder horas en el tráfico de regreso y, en algunos casos, son sancionados por trabajar a distancia; a pesar de que, después de la pandemia, el trabajo en línea se convirtió en un acuerdo familiar e institucional para pasar más tiempo en casa. ¿Ahora cómo damos marcha atrás?
Si bien en años recientes el Estado mexicano ha generado normativas para atender esta problemática, aún queda mucho por hacer. Es necesario tanto diseñar normas nuevas como visibilizar las existentes. También, asegurarse de que se apliquen adecuadamente y evitar que estas acciones revictimicen a las personas que sufren algún tipo de violencia. Esta revictimización puede comenzar desde el primer contacto, cuando una persona expresa malestar, hasta las complejas gestiones adicionales que se sumarían a una agenda ya saturada para dar seguimiento a cualquier procedimiento contemplado en el protocolo, en caso de que exista.
Es esencial, tanto para las mujeres como para los hombres, que estas normas se integren de manera reflexiva y se consideren como una ampliación de las opciones de conciliación, en lugar de ser percibidas como simples adiciones a las existentes. ¿Quién debería liderar este proceso? ¿Cómo podemos garantizar que surjan desde una variedad de perspectivas y que reconozcan la diversidad de voces y experiencias?
Referencias:
Inmujeres (2023). Mapa de Cuidados de México. Disponible en: https://mapadecuidados.inmujeres.gob.mx/
Organización Internacional del Trabajo. (2011). Cuarto punto de la orden del día de la 312a reunión sobre Conciliación Trabajo y Familia. Ginebra: Oficina Internacional del Trabajo.
Secretaría del Trabajo y Previsión Social (2016). El DEFR y la Conciliación trabajo-familia. México: STPS, Gobierno de México.
UNICEF (2018). La niñez y la industria maquiladora en México. México: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
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