Ciencia y ética: un reto universitario en tiempos de cambio
Detalle BN6
- Inicio
- Ciencia y ética: un reto universitario en tiempos de cambio
Ciencia y ética: un reto universitario en tiempos de cambio
Aunque hay mucho trabajo por realizar para construir una verdad que nos abarque a todos, el ITESO tiene un interés especial en cultivar la relación entre el conocimiento científico y la ética. Busquemos que el conocimiento científico abra más puertas a la libertad y la ética se ubique en el ámbito de la reflexividad
Mtro. Luis José Guerrero Anaya
Profesor numerario del ITESO
La escritora india Arundathi Roy escribía el 2 de abril de este año: “(Muchos) anhelan el regreso de la “normalidad”, intentan unir nuestro futuro con nuestro pasado y se rehúsan a reconocer la ruptura. Pero la ruptura existe. Y en medio de esta terrible desesperanza, se nos ofrece una oportunidad de repensar […] el mundo que construimos […]. Nada podría ser peor que un regreso a la normalidad.”
En este marco, la universidad tiene la responsabilidad, más que otros actores sociales, de dedicarse a “repensar el mundo”, en palabras de Roy.
Aunque hay mucho trabajo por realizar para construir una verdad que nos abarque a todos, el ITESO tiene un interés especial en cultivar la relación entre el conocimiento científico y la ética, como lo han mostrado los artículos que se han publicado en Cruce en los últimos meses.
Es cierto que actualmente, y más en estos últimos meses, la humanidad se encuentra en un estado de incertidumbre respecto de la validez de los límites que se han instaurado entre las disciplinas y con un fuerte cuestionamiento sobre la legitimidad de la línea divisoria entre la filosofía y la ciencia. Pero este cuestionamiento no debe amilanarnos, pues más bien es un acicate para afrontar y superar estas limitaciones, ya que desde el punto de vista filosófico es posible analizar la actividad científica desde la ética. La más poderosa de las razones para hacerlo es que experimentamos una ignorancia, más o menos extendida, de cómo se generan los mecanismos de subordinación, o dominación, si se quiere, ética y política, a lo que se suma la sobreestima de la libertad que tienen los científicos cuando ejercitan su labor, cuando más bien resulta fácil que sean cómplices de las fuerzas que creen estar derrotando. Esta afirmación se sostiene en muchos ejemplos, algunos muy actuales, como la dominación que las grandes farmacéuticas tienen sobre el mundo de la medicina.
¿Dónde situar a la ética desde esta perspectiva? En el incremento de la libertad. De lo que se trata es de que el conocimiento científico abra más puertas a la libertad. La ética, por otro lado, se ubica en el ámbito de la reflexividad, y esta es posible solo si la ciencia supera la abstracción y formalidad para descender a la realidad, de acuerdo con lo que afirman Zubiri y Bourdieu, aun cuando cada uno lo haga a su manera.
La libertad que aportaría una ciencia reflexiva es la que se generaría cuando el saber sea capaz de descubrirnos el juego que estamos jugando y los intereses que nos mueven para, de esa manera, adquirir la habilidad de minimizar el poder de manipulación que tienen las fuerzas de la dominación social.
Se trata, por tanto, de una tarea de discernimiento que nos permita descubrir los ámbitos en los cuales podamos actuar con un cierto grado de libertad y, correlativamente, saber dónde se restringen o se reprimen las libertades.
En otras palabras, la tarea es “exigir el mundo”, dice Bourdieu, citando a Francis Ponge. Es decir, comprender la propia realidad para comprender la necesidad que es esencial a muchos de los aspectos que componen el mundo, para aceptar lo que es objetivamente inexorable y así asumir, lo más sanamente posible, lo que sucede sin que podamos cambiarlo.
Se puede afirmar que esta urgencia se acrecienta día a día y quizá sea una de las pocas vías para mostrar que la humanidad, si quiere salvarse, debe contagiarse de una racionalidad reflexiva que abarque tanto la ciencia como la ética.
Por su parte, el ITESO tiene ante sí la tarea de fomentar la colaboración entre los departamentos que se dedican a la reflexión ética (Filosofía y Humanidades y Formación Humana) y los dedicados a la búsqueda propia de la ciencia, que son todos los demás.
Una primera invitación es a discernir sobre la no neutralidad del quehacer científico, para acrecentar la conciencia de la posición desde la que se producen los conocimientos, las consecuencias de estos conocimientos en la vida del planeta y de las personas y las implicaciones que tienen para una reflexión cada vez más honda sobre la realidad.